Hoy me gustaría compartirles información más detallada sobre un producto cosmético que utilizamos a diario y que está generando mucha controversia en algunos sectores: el antitranspirante.
Un poquito de historia:
Nuestro olor corporal y las maneras de taparlo no es algo nuevo. Ha obsesionado a hombres y mujeres desde tiempos muy lejanos. El uso del jabón nació en Babilonia, unos 5000 años atrás, pero parece ser que no fue algo popularmente utilizado hasta el siglo pasado. De hecho, su costo era tan elevado que la mismísima reina Elisabeth I sólo podía permitirse 3 baños con jabón al mes… increíble no? Los antiguos egipcios recomendaban un baño aromático y, tras él, una aplicación de aceites perfumados en las axilas. Elaboraban productos especiales a base de limón y canela. En el Imperio Romano, después de lavarse, se colocaban en las axilas unas almohadillas con sustancias aromáticas. Varios siglos después, a finales del siglo XIX, surgió el desodorante como producto de higiene personal gracias a una mezcla de sulfato de potasio y aluminio. Pero fue tras la segunda guerra mundial cuando su uso se generalizó prácticamente en todos los países occidentales. La marca Odorono fue la que lanzó al mercado el primer desodorante, que al principio se vendía sólo en las farmacias.
Hoy nos encontramos en el lado opuesto de la ecuación. Nos lavamos con jabones abrasivos cada día (incluso más de una vez al día) y usamos productos que no solo alteran nuestros sistemas básicos de depuración y de regulación de la temperatura, sino que además nos intoxican.
¿Cuál es la causa de nuestro olor corporal?
El sudor es básicamente agua (sin olor) que nuestro cuerpo elimina a través de las axilas sobre todo para regular nuestra temperatura corporal. Lo que genera ese olor tan característico debajo de las axilas son ciertas bacterias que proliferan gracias a la humedad de la zona.
¿Cuál es la diferencia entre un desodorante y un antitranspirante?
Hay muchas diferencias, a pesar de que en general se cree que son casi lo mismo. Sus mismos nombres, sin embargo, ya nos dicen mucho sobre su actividad. El desodorante sencillamente actúa mitigando el olor corporal, ya sea por su contenido en perfumes, en sustancias absorbentes que reducen la humedad de la zona o por su contenido en sustancias antibacterianas. Los antitranspirantes en cambio actuan tapando los poros de nuestras axilas, evitando así que nuestra piel expulse el agua por esa zona.
¿Son seguros los antitranspirantes?
La verdad es que los científicos mismos aun no se ponen de acuerdo sobre este tema. Las investigaciones que se llevaron a cabo hasta ahora resultaron contradictorias. Quizás detrás de la postergación de una respuesta concluyente al respecto se deba a intereses de determinadas industrias. No sé ustedes, pero yo a esta altura prefiero ser precavida e investigar por mi cuenta y, si es posible, evitar todos esos productos que aun se venden pero de los que no se sabe a ciencia cierta todos sus efectos.
Aquí les paso información sobre algunas sustancias que llevan todos los antitranspirantes y algunos desodorantes y que, según lo que investigue, pueden ser peligrosos para nuestra salud:
- Aluminio: esta sustancia actúa bloqueando las glándulas sebáceas y previniendo así la proliferación de las bacterias. Suele estar en forma de sal de aluminio llamado aluminium chlorohydrate. El “Journal of Clinical Edipemiology” publico un estudio que probaba una relación directa entre el aumento de riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y el uso de antitranspirantes a base de aluminio. Parece ser que los enfermos de Alzheimer tienen una concentración de aluminio en el cerebro hasta 50% más elevado de lo normal. Además algunos estudios sugieren que los compuestos de aluminio pueden ser absorbidos por la piel y causar efectos parecidos a los del estrógeno (efectos hormonales). Ya que el estrógeno tiene la capacidad de fomentar el crecimiento de las células de cáncer de seno, algunos científicos sugieren que los compuestos de aluminio en los antitranspirantes pueden contribuir a la formación del cáncer de seno.
- Parabenos: estas sustancias se usan como preservativos en muchísimos productos, no solo cosméticos, sino también alimenticios y farmacéuticos. Se ha demostrado que imitan la actividad del estrógeno en las células del cuerpo, favoreciendo el crecimiento de las células de cáncer de seno. En muchos países, sobre todo en Europa, el uso de los parabenos es cada vez peor visto y las empresas lanzan nuevas líneas que no los contienen. La idea que los parabenos se acumulan en el tejido del seno fue respaldada por un estudio realizado en 2004, el cual encontró parabenos en 18 de las 20 muestras de tumores de seno humanos. Sin embargo, parece ser que este estudio no fue lo suficientemente concluyente.
- Triclosan: es un producto químico antibacteriano. Su uso es muy controversial ya que hay muchos estudios que demuestran efectos muy perjudiciales para la salud humana y del medio ambiente. Según investigadores de la Universidad de California en Davis y la Universidad de Colorado, en Estados Unidos dificulta las contracciones musculares a nivel celular, afectando los músculos cardiacos y esqueleticos. En 1998, la Agencia de Proteccion Ambiental de EEUU, estimó que, anualmente, se producen más de 454.000 kilos de triclosán en los Estados Unidos, y que el producto químico es detectable en las vías fluviales, y en organismos acuáticos –desde las algas a los delfines– así como en la orina humana, la sangre, y la leche materna.
- Propylene glycol: es una sustancia líquida sintética que absorbe agua, o sea, evita la evasión de la humedad. En la industria se utiliza para romper proteínas y estructuras celulares (que es de lo que está hecho todo nuestro organismo, y la piel también). Igual que muchos otros ingredientes en cosmética, su manipulación en las fábricas esta estrictamente reglado, los trabajadores tiene que usar guantes, ropa y gafas protectoras, ya que el PG puede acarrear anormalidades en el cerebro, hígado y riñones. ¿Por qué usamos esto sobre nuestra piel? Suele estar en un porcentaje bastante alto en los desodorantes en barra.
- Perfumes: en su origen los perfumes eran elaborados a base de aceites esenciales y otras sustancias naturales. Hoy en día, cerca del 95% de los ingredientes que se usan para hacer fragancias son sintéticos. Cree exponencialmente las alergias a estas fragancias, siendo un 30% de la población sensible a ellas y un 5% alérgicos. Las fragancias pueden agravar el asma, dolores de cabeza, y desencadenar reacciones alérgicas. En 1989 el US National Institute of Occupational Safety and Health evaluó 2,983 fragancias químicas para la salud. Ellos identificaron 884 de ellos como sustancias tóxicas. La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. encontró que el 100% de los perfumes contienen tolueno, un tóxico de compuestos orgánicos volátiles (VOC) que pueden tener efectos sobre el desarrollo. Como explica el Doumento de consenso sobre Sensibilidad Química Múltiple (SQM), según un estudio difundido en el “American Journal Public Health” de EE UU, muchos perfumes de uso común y productos habituales de salones de belleza y peluquería contienen doce compuestos químicos desencadenantes de la SQM. Entre los tóxicos más inquietantes destacan algunos almizcles sintéticos y ftalatos. Ambos grupos de compuestos son potenciales alteradores del sistema endocrino, lo que se denomina ‘disruptores endocrinos’.
Los sprays, lo peor…
Este tipo de desodorantes o antitranspirantes hace que los químicos vayan directamente a nuestros pulmones, lo que los hace más peligrosos que otros que nos ponen en contacto con los químicos solo a través de la piel. Entre los componentes que inhalaras puedes encontrar: aerosol propellant, butane, propane e isobutane.
A no desesperar… ¡siempre hay opciones!
Lo primero que te recomiendo que hagas, como siempre, es que leas las etiquetas de los productos que usas habitualmente. Seguramente encontraras estos ingredientes.
Hay en el mercado algunas marcas (Weleda, Dr. Hauschka, por ejemplo) que son bastante confiables, aunque yo de momento no encontré ninguna que me satisficiera al 100%.
Una buena opción es la piedra de alumbre. Esta piedra desodorante ya era conocida por los romanos por sus cualidades cicatrizantes y bactericidas siendo usada por ellos como desodorante. Hoy en día, se ha retomado el uso de la piedra desodorante de alumbre, ya sea en su estado natural o incorporada a desodorantes, puesto que no contiene alcohol, no tiene perfume, no lleva ninguna sustancia química tóxica y además no irrita la piel, no mancha la ropa, no es pegajosa y tiene un efecto duradero a lo largo del día.
Además de usar la piedra de alumbre como desodorante para las axilas o por sus otras cualidades, también se puede usar para después del afeitado, gracias a que calma y ayuda a cicatrizar la piel, para después de la depilación o para controlar el olor de otras zonas del cuerpo como pies, etc.
Otra opción, que es la que yo empecé a usar y que recomiendo, es hacerse uno mismo el desodorante. Es súper divertido y nos aseguramos la pureza del producto final. En internet hay un montón de recetas, solo es cuestión de mirar un poco, investigar, comprar la materia prima y hacerlo! Pronto subiré recetas interesantes…
Pero si decidís seguir usando desodorantes de supermercado, lo más importante es que intentes evitar los sprays, el aluminio y los parabenos. Haciendo ese pequeño cambio, ya estás haciendo mucho!!
Gracias!!