La Mujer en la Menopausia y sus Plantas Aliadas

El uso de las plantas y sus propiedades para fines terapéuticos es tan antiguo como la humanidad misma, y, aunque hoy en día está considerada dentro de las ramas de la “ciencia” y se la llama “fitoterapia”, fue en su origen una costumbre ligada a la vida espiritual y esotérica de los grupos humanos.

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Antiguamente, eran las mujeres las encargadas de la salud de los clanes y también de transmitir verbalmente los conocimientos de las plantas y sus poderes sanadores a las generaciones siguientes. Ellas eran el vínculo con la Madre Tierra, las hechiceras, las brujas, las chamanas, nexos sagrados con los ciclos de la Vida y la Muerte.

Muchas son las plantas que la Naturaleza nos ha regalado a las mujeres y a nuestra salud a cambio de este honorable servicio.

En esta ocasión me gustaría transmitirles el conocimiento que poseo de la MENOPAUSIA y de las plantas que ayudan en los procesos típicos de esta etapa tan especial de la vida de la mujer.  

La menopausia (del griego “mens” significa “mensualmente”, y pausi, que significa “cese”) es definido en medicina alopática como el cese permanente de la menstruación. La edad promedio de una mujer que está teniendo su último periodo es 51.4 años. Suele estar precedido por el climaterio, definida como la fase de transición entre la etapa fértil y reproductiva de la mujer y la no reproductiva. Es en esta fase de “adaptación” donde la mujer sufre las llamadas “alteraciones típicas de la menopausia”:

  • Irregularidad menstrual: una vez sobrevenida la menopausia muchas mujeres suelen tener sangrados esporádicos. Algunos autores como R Dahlke lo relacionan con la necesidad de la mujer de demostrarle a la sociedad y a ella misma que aun es fértil, cuando ya no lo es.
  • Bochornos o sofocos, sudores nocturnos: accesos repentinos de calor que sufren las mujeres pre- y postmenopáusicas, parecen relacionarse bastante claramente con la necesidad de “aparentar” un “calor sexual” desmesurado. Es una manera de demostrar a los demás y a una misma que no se ha perdido la feminidad en el sentido sexual.
  • Variaciones de ánimo o depresión, irritabilidad: signos claros de la dificultad de la mujer a adaptarse al cambio y fluir con él.
  • Sequedad vaginal: es normal que, si una mujer cree que al dejar de menstruar dejara de ser atractiva para los hombres y por lo tanto sexualmente activa, deje también de segregar las sustancias lubricantes que facilitarían el acto en sí.
  • Dificultades para conciliar el sueño, fatiga diurna: otro signo del estrés que le causa a muchas mujeres este proceso.
  • Cambios metabólicos que pueden incluir aumento de peso: puede tratarse a un mecanismo de protección, o puede venir derivado de la apatía relacionada con la depresión que muchas mujeres sufren en esta etapa, lo que deriva en falta de ejercicio y muchas veces hiperfagia.
  • Osteoporosis o pérdida de masa ósea y aumento del riesgo de fracturas: la menopausia indica un momento de cambio en el cual la mujer deja de “apoyarse en sus huesos” o en el mundo físico que la rodea, para centrarse y sostenerse en su mundo interior o espiritual. Debería ser una época de reposo calma e interiorización, una preparación para un cambio aun mayor, la muerte y el abandono del cuerpo. El cuerpo sabio de una mujer que no quiera aceptarlo, y le tema a este cambio, le mostrara el camino debilitando su estructura ósea y obligándola al reposo y, así, a la interiorización.
  • Incontinencia o pérdida involuntaria de orina: muchas veces refleja el miedo a este gran cambio.

Debido a estas comunes alteraciones asociadas a la menopausia, muchos han visto y ven a este proceso como una patología, y como tal la han tratado y la tratan. Sin embargo, la menopausia es parte del proceso natural de toda mujer, e implica una evolución de su rol tanto personal como social. La actitud y la visión que cada mujer tiene ante este gran cambio determinarán en gran medida la manera en que lo vivirá. Otros factores que parecen predisponer a estas alteraciones y que pueden influir en la edad de aparición de la menopausia son: el tabaquismo, los antecedentes familiares (emulación de la madre) y la alimentación.Imagen

Nuestra sociedad occidental ha fomentado durante muchísimo tiempo la idea de que el fin último de las mujeres es satisfacer a sus hombres, siendo bellas, jóvenes, dulces, amorosas  y sumisas. El rol de la mujer fue y aun es en muchas culturas el de procrear, ser el recipiente de la energía masculina y traer al mundo sus hijos. Esta visión machista de lo femenino ha hecho que las mujeres nos olvidemos de nuestra ciclicidad y de todo nuestro poder, nos ha separado de nuestra verdadera Naturaleza. Es completamente normal que una mujer que piensa que su único rol en la sociedad es traer al mundo los hijos de su hombre, sienta que su vida ha acabado una vez que su fertilidad la abandona. Su cuerpo se convierte en una cascara vacía, marchita, débil, un estorbo para los demás.

En mi opinión, la clave para una transición suave y equilibrada a esta nueva etapa de la vida femenina es el propio trabajo personal. La mujer debe interiorizar y aceptar la idea de que el mundo terrenal se está retirando poco a poco de su vida para dar paso a una conciencia acrecentada del mundo espiritual, al cual su alma lentamente le llama volver. Las barreras entre la mente consciente y la subconsciente disminuyen, permitiendo mayor interacción con la conciencia corporal (la sensibilidad y emocionalidad que sentimos en esta etapa se debe, muchas veces,  a esto). Las energías sexuales que surgen en esta etapa pueden alcanzar una intensidad que no aparece en el resto del ciclo, ya que la mujer suele sentir una urgencia de expresar profundos sentimientos de amor, por lo que el sexo en esta etapa puede llegar a ser una experiencia muy intensa de amor y espiritualidad.

Así como vemos nuestro sangrado y los síntomas que le acompañan como algo molesto y muchas veces vergonzoso, de la misma manera percibimos la vejez y la menopausia. Por eso, una de las mejores herramientas que tenemos la mujer para evitar que la transición a la menopausia sea molesta y dura, es vivir cada uno de nuestros ciclos conscientemente, aceptando nuestro lado oscuro y permitiéndonos cada mes, mientras nos dure la menstruación, adentrarnos en nuestro interior y familiarizarnos con el mundo que allí encontraremos.

Mujer, dándole espacio a esa parte de tu ser que es oscuro, indomable y terriblemente poderoso, encontrarás el camino a la Diosa que ya eres. Los hombres le han temido a esa parte de tu ser durante siglos y por ello la han erradicado y  la han convertido en tabú; las mujeres lo hemos permitido, y con ello solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial y de nuestra Naturaleza. Es hora de despertar, hermana.

Y si tu camino se dificulta y necesitas apoyo, no dudes en pedir asistencia a la Naturaleza. Hay muchas plantas que pueden ayudarte en este proceso. Aquí te comparto algunas que podrás encontrar en tu herbolario y tomarlas como infusión cada día o en gotas (extractos):

  • Alfalfa: gran remineralizante y regulador hormonal. Muy útil para la desmineralización ósea y los sudores y sofocos. Se utiliza la planta entera.
  • Salvia: esta planta cuyo nombre proviene de la palabra “salvar” o “curar” y que fue y es considerada sagrada para muchas civilizaciones, es maravillosa para todo tipo de alteraciones hormonales femeninas. Se utiliza la sumidad florida y las hojas.
  • Ñame silvestre: por su acción antiinflamatoria, estrogénica y antiespasmódica es muy útil para casi todas las alteraciones de esta etapa. Se utiliza la raíz.
  • Trébol Rojo: muy rico en isoflavonas y minerales. Se utiliza la planta entera.
  • Onagra: muy rico en ácidos grados esenciales poliinsaturados funciona como un genial regulador hormonal entre otras cosas. Se utiliza el aceite de las semillas.
  • Angélica: esta planta China utilizada hace siglos por los orientales es altamente efectiva en todos los trastornos femeninos. Se utiliza la raíz.

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Existen muchas otras plantas a las que me gusta ver como “aliadas de la mujer”, hay un mundo entero repleto de medicamentos naturales, respetuosos con nuestros cuerpos y el de la Madre Tierra. Consulta con tu Naturópata, investiga, cuidate.

Tu cuerpo, con mucha paciencia y amor, está esperando el día en que decidas redescubrirlo y amarlo incondicionalmente.

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